AMARU CHOLANGO
ANÁLISIS BIOGRÁFICO
Nacido en 1951 en un pequeño caserío llamado Quinchucajas, entre Imbabura y Pichincha, en una familia de campesinos que conoció la pobreza y el hambre, Amaru aprendió desde pequeño a ver el mundo y medirlo desde el frío y la montaña, desde la tierra y el siembra, desde el chamanismo y la cosmovisión andina. Desde niño entendió que el mundo material es tan importante como el que no se ve, el de los espíritus, de las esencias, de la inmaterialidad.
Siendo todavía niño ya inició el viaje que no ha terminado hasta ahora. Poco a poco se convirtió en un trotamundos, al principio cruzó varios kilómetros para llegar a su escuela. Luego se fue a Cayambe un año, a estudiar el colegio. Después llegó a Quito, al Colegio Mejía, y al terminar pasó a la Universidad Central, donde estudió en Geología y Matemáticas. Con una beca cruzó el océano, hasta Londres, donde iba a estudiar en el Instituto Geológico, pero se le atravesó el arte en el camino y llegó a la Tate Gallery, a los grandes artistas y sus obras, a Van Gogh, Monet, pero sobre todo llegó a Rembrandt y sus magníficos claroscuros.
Ese día, en la Tate Gallery, Amaru Cholango pensó que podría llegar a ser artista, y llenó el vacío, la nada, que es lo primero que se necesita. Ahí empezó el cronómetro de sus obras.
Aunque Cholango nunca dio muestras de ser un dibujante nato ni de interesarse por la pintura -a lo mucho había experimentado con el dibujo geométrico en el colegio-, desde la escuela ya tenía una sensibilidad para retratar el mundo desde la poesía, que, hasta hoy, acompaña sus obras y exposiciones.
Cholango prefiere hacer arte desde una posición crítica al mundo occidental, a esa búsqueda descomunal del saber racional, del conocimiento sin sentido, que no ha hecho más que generar dudas en el futuro de la humanidad, cuestionamientos del paradigma que se está viviendo, de los grandes adelantos que ha hecho la ciencia: las bombas atómicas, los grandes cohetes que se han alzado al cosmos, la genética y sus peligros implícitos. El maestro Cholango se pregunta si con todo esto hemos evolucionado realmente o hemos involucionado tanto que estamos cerca de destruir toda la Pacha Mama.
LUGAR DE LA EXPOSICIÓN: GALERÍA DE ARTE ILEANA VITERI
Av. González Suárez N 31-150 Edf. Atrium Quito, Ecuador, Teléfono (593)2-381-7610
ANÁLISIS DE OBRAS EXPUESTAS
TINTAS ANCESTRALES - AMARU CHOLANGO
TINTAS ANCESTRALES - AMARU CHOLANGO
La muestra, compuesta por 35 tintas sobre papel de mediano formato, se vuelve una nueva oportunidad para ver el trabajo de uno de los artistas contemporáneos más interesantes –e internacionales– del Ecuador.
La composición de las obras de acuerdo a la distribución de sus figuras y formas es de tipo compleja, la estructura formal no es lineal, asemeja la geométrica en ciertas obras pero en su mayoría, se inclina hacia lo orgánico. La complejidad organizativa de ciertas obras hace casi imposible el deducir su esquema compositivo y como elementos plásticos hace uso de la luz, la forma y el color. El equilibrio compositivo en el campo visual lo maneja de acuerdo a la distribución de su pero por posición, color, tamaño y textura.
La referencia a su origen indígena en las obras que se exponen es total, en lo que corresponde a la estética: cromática y textura, que acertadamente Ileana Viteri en el texto de presentación de la obra compara con las de los ponchos autóctonos; y también en lo concerniente a la técnica, pues Cholango ha echado mano de lo que vio siendo niño en el taller en el que sus padres confeccionaban y teñían ponchos y cobijas.
Los colores utilizados sobre un papel especial, grueso, informe y apetecible al tacto, provienen de plantas y frutas especialmente tratadas para soltar su tintura. Esos son los colores que de tan vívidos parecen emitir fragancias térreas.
Los sentidos de las obras no terminan en el préstamo de estas técnicas para la puesta en escena artística; los cuadros, negros, cafés, grises, ocres, también dan cuenta de la forma ancestral andina de entender la dualidad: luz - oscuridad. “A partir de la colonización –dice Cholango– nos enseñaron que lo bello y lo bueno viene solo del lado de la luz y no es así. Para comprender la luz necesitamos comprender la oscuridad y viceversa”.
Los mundos en los que habita el artista (Ecuador y Alemania), y que también lo habitan, se hacen evidentes. Cholango ya no es de aquí, tampoco es de allá. Sofisticación, complejidad y memoria hacen parte de ese corpus que ya mostró en Alemania e Italia en años anteriores y que por primera vez viene a Ecuador. Sin embargo, hay un halo de nostalgia por “la tierra”, esa que Cholango dice añorar cada vez con más fuerza, y que se resume en su necesidad de apelar al pasado, al origen, sin el cual para él es imposible seguir: “Sin nuestro pasado indígena no existe arte latinoamericano ni ecuatoriano; desde esas bases me extiendo para coger lo que ofrece Occidente, si no lo hiciera así solo estaría copiando lo que se hace allá (Europa)”.
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